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(Spain)
AL LÍMITE, POR FAVOR
Xavier Claramunt es la cabeza visible de EQUIP, una compañía multidisciplinar de Arquitectura. Dentro de este equipo, sus trabajadores se afanan día a día en crear, muchas veces sin cliente, proyectos y estrategias que van más allá y, sin duda, algunos de sus más famosos proyectos nacidos de este LAB, son el hotel espacial o el catálogo de rascacielos.
Mientras, el trabajo paralelo del EQUIP, ese que se desarrolla en el “mundo real”, es un creador incesante de joyería, diseño industrial y proyectos de arquitectura que abarcan hoteles, interiores, instalaciones efímeras, tiendas y viviendas. Entre los últimos proyectos destacan el nuevo concesionario de BMW en Sabadell, los hoteles Hospes Palacio de los Patos en Granada y Chic&Basic Born en Barcelona, o diversos conjuntos de viviendas en la zona del Delta del Ebro.
Trabajan sobre espacios límite. ¿No se siente un poco fuera de la órbita respecto a lo que se hace hoy en arquitectura?
¿Fuera? Donde nos sentimos es cómodamente en órbita, a 450 kilómetros de la Tierra, contados a partir de la altura media del mar en Alicante.
No tener complejos a la hora de fantasear parece la clave de sus propuestas. ¿Todo lo imaginable es realizable?¿Tiene límites la arquitectura de EQUIP?
Fantasear… Fantasear… ¡Orujo! No todo lo imaginable es realizable, pero sí todo lo que uno es capaz de creerse. Si alguien, cualquiera de nosotros, cree en algo con la suficiente intensidad e insistencia, acaba pasando.
Deben ser uno de los pocos estudios de arquitectura que proyectan sin encargo previo…
Quizá. Seguramente es una práctica que la sociedad agradecería. Da una gran libertad a la hora de detectar las necesidades colectivas, no se parte del encargo de una persona, de un grupo de promotores, ni tampoco de las subjetividades del señor arquitecto. Se mira alrededor y se detecta una situación o dinámica que pueda ser mejorada.
¿Trabajar en diferentes áreas -joyería, diseño industrial y arquitectura- termina generando objetos con referencias a todas ellas?
No debería suceder. La joyería, el diseño industrial, la arquitectura, etc. son instrumentos para dar respuestas a preguntas de la gente. Los objetos, los productos, los resultados de nuestros trabajos, esas respuestas, deben referirse a la situación que las hizo necesarias y también a aquello hacia donde quieren ir. Es como si miraras al proyecto y le preguntaras: ¿y tú qué quieres ser de mayor?
De su arquitectura, ¿cuál es su joya más mimada?
La gente que la acaba utilizando. Suena cursi, y lo es, pero no por ello es menos verdad. La arquitectura es una herramienta, incluso una excusa. La arquitectura nos interesa, incluso nos apasiona, pero por sus capacidades y no por ella misma. De ahí que no acostumbremos a hablar de ella sino de lo que provoca. Nosotros trabajamos para la gente.
La arquitectura actual está basada siempre en nombres de arquitectos, pero en el EQUIP, Xavier Claramunt intenta “desaparecer” dentro del gran grupo…
No es cierto. De hecho mi nombre aparece en el apellido de la compañía: Equip Xavier Claramunt. Porque al final tiene que haber alguien que dé la cara en persona y se trague esos sapos que solo aquellos muy dotados digestivamente sabemos asimilar. Pero de lo que no hay duda es de que detrás tengo un equipo sin el cual sería apellido sin nombre. Yo me paso el día preguntando a mi equipo y torciendo las dinámicas que parece que fluyen con demasiada facilidad.
Utilizan el LAB para experimentar… ¿Qué les ha aportado? ¿Además del hotel espacial, qué proyectos destacables han salido de este equipo?
Nos aporta frescura, osadía, y nos regenera eliminando todos los complejos que vamos acumulando en trabajos más ceñidos a una realidad más cotidiana. Y de este LABorar ha salido un hotel bajo el mar, un catálogo de Torres, sí catálogo, un asentamiento en Marte, un edificio Bola para el desierto emiratí, un airbag para moto…
¿Por qué un proyecto en el espacio con tanto trabajo aquí?
¿Y por qué no? Defendemos la capacidad de sacar adelante aquí y ahora cualquier proyecto que nos creamos. Todavía somos un país acomplejado, con una incapacidad endémica para acometer proyectos complejos y ambiciosos que tengan un cierto grado de incertidumbre. En definitiva, un país con un miedo atroz al fracaso que paraliza las propuestas arriesgadas.
¿Cree que todos los equipos de arquitectura deberían de tener un LAB? ¿Hasta qué punto es rentable para un estudio algo así?
Todo el mundo debería poner un LAB en su vida. La mayoría de personas ya lo tienen, un LAB inconsciente, pero no se dan cuenta, ni falta que les hace. Un LAB es una herramienta para no caer en la desidia y el adocenamiento, es un ponerse las pilas constantemente. ¿Rentabilidad? Imagino que eso se refiere al dinero, pero como decimos en catalán, y por paradójico que parezca, ‘els diners no son un problema’.
Si empezara de cero, recién salido de la Escuela de Arquitectura, ¿qué no volvería hacer, y qué no dudaría en volver a intentar?
Me haría torero, por aquello de que a toro pasado todo el mundo Manolete. Y para seguir con un aire taurino y respecto a lo de qué no volvería a hacer o qué no dudaría en volver a intentar, pues decir que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.
Sin irnos al espacio exterior, ¿qué ha de buscar hoy la arquitectura?
Hay que buscar a una persona, luego a otra, y entonces poner los medios para que entren en contacto. La arquitectura ha de crear el medio para facilitar la interacción entre la gente, para que las personas encuentren natural el comunicarse las unas con las otras, y especialmente que uno mismo sea capaz de descubrirse. Vernos bien a nosotros ayuda infinito a entender a los demás.