La arquitectura sin complejos


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La Vanguardia
LOS NOMBRES Y LAS COSAS
(Spain)

LA ARQUITECTURA SIN COMPLEJOS

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“Si crees en algo, acabará pasando”. Dicho en frío, es como no decir nada. En boca de Xavier Claramunt, explica mucho de la personalidad de este emprendedor de 40 años nacido en Igualada, capaz de utilizar la filosofía del diseño industrial para concebir edificios, aplicar la arquitectura a la elaboración de joyas o reconvertir una empresa tomando como base los materiales con los que trabaja… Los teóricos de la innovación exaltan esa facilidad para mezclar actividades y cruzar métodos y procesos. Los más ortodoxos, sin embargo, critican su actitud gamberra hacia la academia. “En cada actividad se aprende algo que se puede aplicar en otra. Estar en un sector que no es el tuyo, llegar desde fuera, siempre te da ventajas”.
Claramunt es formalmente arquitecto. Hijo de arquitecto que antes de estudiar el oficio se dio un rodeo por los estudios de aeronáutica. Ya en la facultad, se agarró como pudo a Enric Miralles y Carme Pinós. “Para mí el más ambicioso y el mejor equipo de arquitectos con que me he topado”. En 1990 fundó ADD+Arquitectura junto a otros arquitectos. Al mismo tiempo constituía Duch Claramunt, firma de joyería que trabajó en la revisión del concepto de ornamentación y se ganó toda clase de reconocimientos. “Para nosotros, la joyería era un proceso puro ya que desarrollábamos el diseño, las fabricábamos y las vendíamos”. Experimentaron conceptos procedentes de la arquitectura, emularon la técnica de las “puntaires” y probaron con joyas interactivas… Les fue más que bien, hasta el día que un proveedor erró en el material suministrado. Claramunt salió de aquel bache y todavía hoy defiende el valor del fracaso: “Es importante olvidarse de los complejos y equivocarse. Sobre el error hay que revisar para así, poder seguir avanzando”.
Xavier Claramunt ha hecho hoteles para Hospes y Chic&Basic -“trabajar una habitación de hotel es pensar en las múltiples relaciones en el mundo de la pareja y las nuevas situaciones que se pueden provocar”-, concesionarios para BMW –finalista del premio FAD-, interiorismo para Bath Time, Frederic Homs y Tag Heuer, cuberterías para Ferran Adrià -de quien ha descubierto lo importante que es “no tener complejos”-, diseños de grifería para Cosmic, de cafeteras para Bra o de taquillas para Altimiras, entre otros…
Hace un par de años, Claramunt desplazó parte de su estudio a Asia. Parecía un buen escenario para desarrollar arquitectura de gran escala. Empezó proyectando edificios comerciales en Pekín, y en un gesto poco comprendido por su gremio, a pasear por el continente un catálogo de torres diseñadas por su equipo. “En China te puedes plantear grandes edificios que aquí, cada día es más difícil”. “Además, trabajar en la distancia te hace valorar cualidades de las cosas que tenemos habitualmente en nuestro medio más próximo”.
Claramunt es un entusiasta del trabajo y la invención. “Sé de proponer revisando, es lo que me apasiona”. Aplica esa filosofía en el EQUIP, un equipo de treinta personas que trabajan en unas naves de Palo Alto, el oasis del diseño que Javier Mariscal creara en el Poble Nou.
El EQUIP es la continuación de ADD+ Arquitectura. El taller está muy lejos de otros despachos de arquitectos, en los que domina el diseño asistido por ordenador. En el EQUIP trabajan rodeados de maquetas, de madera, de cartón, de fibra. Se huele la cola y se oye el rugir del “blacandecker”. “Muchos de los trabajos que se desarrollan en el taller forman parte de una línea de investigación que la compañía desarrolla de una forma habitual”.
De esta estrategia de investigación surgió, en agosto del 2006, el Galactic Suite, un proyecto de hotel espacial. “Empezamos a desarrollar la idea a partir de un racimo de uvas. Se trataba de aplicar la lógica de los viajes espaciales a la idea de residencia en el espacio”. El proyecto hizo ruido y levantó algún que otro comentario escéptico. Pero Claramunt es tozudo y está convenciendo al sector aeroespacial para construirlo. Ha hablado con gente de la NASA y se ha dejado aconsejar por CTAE (Centre Tecnològic per a la Indústria Aeronàutica i de l’Espai) y BAIE (Asociación Barcelonesa Aeronáutica y del Espacio). Puede parecer una quimera, pero en el mundo en el que los viajes aeroespaciales son ya una realidad para muchas fortunas, el proyecto de Claramunt no anda desencaminado.
“Los que tenemos la suerte de poder proponer, no podemos dejar de hacerlo”, finaliza Claramunt.