Turismo espacial de ‘bajo’ coste


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GALACTIC SUITE
(Spain)

TURISMO ESPACIAL DE ‘BAJO’ COSTE

Xavier Claramunt promueve un hotel en órbita al que se podrá viajar por tres milliones de euros, la cuarta parte de lo cobran hasta ahora otras empresas de viajes galácticos.

Prepare las maletas que nos vamos de viaje. No corra. Tómeselo con calma y medite con cuidado si es más adecuado cargar con un protector solar que le arrope del sol o un forro polar que le proteja del frío. El destino es arriesgado y pocos -por no decir nadie- lo han pisado antes. Así que no espere consejos pero, si los necesita, pase de las guías de viaje y haga una incursión en el vídeoclub de la esquina; su objetivo: 2001 Odisea del espacio.
Sólo Stanley Kubrick podrá serle de ayuda, porque el viaje que va a emprender le llevará a 450 kilómetros de la Tierra y le condenará a dar vueltas a su alrededor como si usted fuera una luna cualquiera. Y, así, gira que gira que girarás, durante tres días. El mareo le permitirá ver cómo se pone el sol 15 veces al día durante tres jornadas.

 

Eso es lo que promete Galactic Suite, la idea más loca de un arquitecto catalán con visión de futuro, Xavier Claramunt, quien se empeñó en el aparente despropósito de construir un hotel en el espacio y está dispuesto a hacerlo realidad a partir de 2012. (Aún falta: ya le hemos avisado que no se apresurara al preparar su equipaje).

En un viaje así, usted comprenderá, no hay esperanza de ofertas ni de descuentos. Al contrario, si no es usted un millonario dispuesto a rascarse la cartera o un pobretón cualquiera con capacidad para hipotecar esta vida y parte de la siguiente no vale la pena ni que ojee el folleto de viajes que encontrará en www.galacticsuite.com. La excursión tendrá un coste aproximado de tres millones de euros. Poco si se compara con los 20 millones de dólares que pagó Dennis A. Tito a la empresa MisCorp en 2001 para convertirse en el primer turista espacial. Barato si se compara con los más de 12 millones que cuesta un trayecto similar en las alas de la competencia, Virgin Galactic, que ya tiene en su lista de reservas a millonarios tan viajeros como el diseñador Philippe Starck o el director de cine Bryan Singer.
De todas maneras, si sigue pensando en ponerse en la cola de huéspedes del Galactic Suite, tenga en cuenta que el pago de esos tres millones de euros no le dará derecho tan sólo a esos tres días de gravedad cero en el espacio sino también a 18 semanas de entrenamiento para poder convertirse en agüémelo astronauta, un training que paseará un gimnasio de excepción: una isla paradisíaca y un hotel de lujo al que se podrá llevar a la familia, según informa Efe.

Y si en el paraíso está el lujo, en el espacio vivirá el verdadero exotismo. El Cabo Cañaveral para el despegue turístico se instalará en una isla a vista de pájaro del hotel; de allí saldrá el transbordador que le llevará al espacio y al Galactic Hotel: una especie de racimo gigante de uvas integrado por diferentes cápsulas que albergarán los servicios que todo astronauta de excepción precisa: las habitaciones, de siete metros de largo por cuatro de alto, no sólo tendrán grandes ventanales para no perderse ni una estrella fugaz, sino también pliegues y veleros donde el viajero pueda asirse para no pasarse el día flotando. Aunque el que no flota no flipa.

El racimo y las uvas, así como el hotel de la isla y todos los demás complementos de este viaje sin fronteras, han salido del estudio de arquitectura de Xavier Claramunt, que también trabaja en otro proyecto singular: un hotel submarino. Pero, de momento su aventura a lo capitán Nemo está algo más parada, porque aún no cuenta con capital; sí dicen tenerlo para el Galactic Suite, que empezará a construirse en 2008 y tendrá un presupuesto total de 2.000 millones de euros. Parece que, además de inversores de Emiratos Árabes y Japón, la CNN también está dispuesta a participar.

Una última recomendación para su maleta: recuerde que a más de un astronauta le han acusado de empinar el codo aprovechando que no hay gravedad; y, tampoco, olvide que las relaciones sentimentales y/o sexuales están muy de moda entre los enviados a conquistar el espacio. Quizás sea por aquello de que hay que reproducirse para conquistar nuevos mundos.