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On Diseño
GALERIA DEL PASSATGE
(Spain)
LA GALERÍA DEL PASAJE
La conversión de un espacio residual en galería de arte se realiza por medio de un meticuloso tratamiento del cerramiento que lo separa del pasaje al que abre su fachada. Un sistema de paneles móviles permite controlar y matizar meticulosamente la relación que se establece entre el minúsculo espacio interior de la sala y el ámbito público del pasaje, hasta el punto de que aquélla pasa a convertirse en un gran escaparate, a cuyo interior no es necesario acceder para observar la obra expuesta.
El local está ubicado en un pasaje cubierto, situado en el centro histórico de la ciudad de Igualada, que comunica la rambla de la población con uno de sus teatros. Las singulares características geométricas del local, de dos metros de profundidad y una longitud total de catorce, que configuraba la fachada abierta al pasaje, permitía que -con una pequeña intervención- la obra expuesta pudiese ser vista desde el exterior sin necesidad de acceder al interior de la sala, que operaba así como un gran escaparate. Esta disposición permitía, además, aproximar al mundo del arte a aquellas personas que no tienen por costumbre frecuentar las galerías más convencionales.
La propia estructura geométrica del local ya reunía las condiciones necesarias para esta finalidad, pero era preciso encontrar la manera de aprovechar el espacio del pasaje, a fin de que en determinadas ocasiones -inauguraciones, muestras especiales, etc.- fuese posible ampliar, cambiar o modificar su configuración, prolongando el minúsculo espacio interior de la sala al ámbito del pasaje. El elemento fundamental de la intervención lo constituyen tres planos móviles, articulados con la antigua fachada, a través de los que se realiza el acceso al interior de la sala. Estos paneles de cerramiento de la galería están formados por una parte vidriada y otra metálica que, al abrazar los pilares, conforman el volumen suficiente para proteger al observador de la circulación a lo largo del pasaje. Al desencajarse, los sectores vidriados se mueven a lo largo de unos ejes y giran sobre sí mismos, adoptando infinitas posiciones tanto en el interior del local como en el pasaje, pasando a definir un aparador o infinitas configuraciones de aquel cerramiento.
Los pilares metálicos pasan de ser elementos estructurales propios de la fachada a centros de circulación y, de esta forma, la sala deja de estar cerrada para ser totalmente permeable.