Vivienda unifamiliar en Santa Margarida de Montbuí

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On Diseño #275
MUNTANER HOUSE

(Spain)

VIVIENDA UNIFAMILIAR EN SANTA MARGARIDA DE MONTBUÍ

Lugar extraño que aprovechar una situación adversa, con un gesto para escalar y vivir dentro de un muro para, finalmente, estar bajo capuchillas.

Lugar extraño
Estamos en Santa Margarida de Montbuí, una población extrañamente orientada a norte, en un solar en fuerte pendiente que desciende hacia la población dejando atrás, en la cima y a mediodía, un bosque de pinos y un sotobosque abundante. A norte, en la parte inferior, disponemos del acceso desde una calle que, como la mayoría de las de la población, asciende zigzagueando. Nos rebelamos contra la situación dando la espalda a la población para mirar hacia el sur, hacia arriba y hacia el bosque, mientras que, al mismo tiempo, evitamos darnos de bruces con la montaña, acomodándonos a dentelladas y escalándola de manera que ahora cada planta tiene una salida al nivel del jardín. De esta manera, cada nivel, un jardín.

Aprovechar una situación adversa
La estrategia de proyecto consiste en pensar de nuevo la situación, para aprovechar las propias condiciones adversas para modificarlas. Con un único movimiento se pretende ofrecer respuesta tanto a la técnica constructiva como a la intención. Se intenta dar la vuelta a la situación, para conseguir que ni el proceso para hacerlo sea un mero camino hacia nuestros objetivos ni que la situación para cambiarla se constituya sólo un problema. El proceso ha de incluir también las intenciones finales. Tenemos dos familias de situaciones adversas, unas son físicas y otras legales, pero todas nos invitan a realizar un Gesto. En el primer grupo tenemos un solar con una fuerte pendiente orientada hacia el norte, que nos abocará a Escalar y a Vivir Dentro de un Muro. La segunda situación incómoda la define una normativa que ordena y manda que sólo se construya planta baja más una planta superior, lo que nos conducirá a Vivir Bajo Capuchillas.

Un gesto
Un poco a la manera del torero que se aparta lo imprescindible para no ser empitonado y mueve ese músculo justo en el lugar y momento adecuado, para mantenerse a la menor distancia posible del máximo peligro, un movimiento que lo coloca de cara a sí mismo. Y de esta manera los muros de contención se contorsionan en un juego de cóncavos y convexos que aparta las tierras, las contiene y nos protege de las inclemencias del tiempo. Definida por dos muros que nacen de contención y se van paulatinamente liberando de esas responsabilidades hasta llegar a curvarse para formar las cubiertas, la vivienda se coloca ella solita, se hace un sitio y entonces gira, escala la pendiente y señala su propio perímetro.

Escalar
Aprovechar la adversidad de una fuerte pendiente quiere decir poder dotar a todas las plantas, y son tres niveles, de su acceso directo al terreno. El muro de contención se hace múltiple y lanza pequeñas extremidades que, apartando la tierra, ahora aquí ahora allí, hace posible el acceso directo al terreno desde todas las plantas.

Vivir dentro de un muro
Los dos muros de contención definen los espacios a habitar. Los muros se curvan para que la concavidad acoja la vivienda y la convexidad sostenga las tierras. Los muros de contención se pliegan para formar la cubierta pero, aunque se buscan en uno al otro, no yema a encontrarse y dejan una rendija por la que -desde la sala de estar y la cocina- se domina el jardín y el bosque y las vistas hacia el mediodía. Es una fachada ventilada que discurre en sentido longitudinal para aprovechar el intento infructuoso de los dos muros por encontrarse. La planta de estar queda bajo la cubierta que define uno de los muros sobre la primera crujía y mira sobre la cubierta que el segundo muro define sobre la planta de los dormitorios. La casa se mira a sí misma.

Estar bajo capuchillas
Las reglas del juego hablan de planta baja más piso, pero nosotros necesitamos subir para poder mirar a mediodía y aproximarnos al bosque de pinos. Nos replanteamos los niveles y curioseando descubrimos el desván gatero, ahí bajo la cubierta. Así, el muro que define la fachada a norte se curva en dirección longitudinal y se dobla en el vertical, para hacer las veces de techo de lo que será la estancia principal de la vivienda, inmediatamente bajo la cubierta y orientada a sur, mirando hacia el pinar. Desde aquí oteamos la segunda capuchina cubriendo la crujía del estudio y del dormitorio principal. Las dos capuchillas se doblan a diferentes niveles, para dejar ese resquicio longitudinal por el que la casa mirará.