Nuestra mujer en la Habana

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ADD+ se reencuentra en Cuba. El que a hierro mata a hierro muere. Cómo de unos pequeños detalles, insinuaciones, rumores, se puede crear, inventar, fantasear una historia. Juego sucio alrededor del flirteo, del coqueteo y el tomar el juego por verdad contrastada, hacer pasar la realidad por un cedazo más casero que un árbitro de la Champions League.
ADD+ se inventa programas, se inventa proyectos y se inventa clientes. A partir de unas migajas de información que otros echarían a las gallinas ponedoras ADD+ levanta maquinaciones que ridiculizarían a una línea Maginot de castillos en el aire y cuyo siguiente eslabón se dirige a trazar la gran muralla sobre el cielo chino.
ADD+ redescubre a partir de una mirada concienzuda y meticulosa hacia algo que aparece por ahí si no por casualidad si un poco a la chita callando, y no pocas veces se encuentra a sí mismo. Y de viaje por Cuba, ADD+ se descubre en la manera en que las mujeres cubanas se inventan no se sabe qué relaciones a partir de una mirada perpetrada con un aire entre libidinoso y baboso a más no poder con los ojos bizcos y frenéticos al intentar abarcar glotonamente el borbollar de formas corporales.
De esta manera y como quien no quiere la cosa, aunque se la ha ganado a pulso, uno se encuentra con un proyecto de vida sin ti sobre la mesa y que reclama su existencia a golpe de estilográfica en conjunción con bullir telefónico a discreción. Nuestra, ADD+, mujer en la Habana. Me dijiste que nos íbamos a ir conociendo. Soy muy sincera y me gustan las cosas claras. Yo soy una señorita de mi casa.
Incluso pretenden que cocines.