Estrategias

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La producción de un estudio está siempre definida por una serie de repeticiones y de diferenciaciones. Una repetición excesiva lleva a la esclerosis y a la inflexibilidad, y no permite sacar partido de las oportunidades que presentan los nuevos contextos para ampliar así los potenciales genéticos. Si se produce una diferenciación excesiva, la coherencia interna de la obra se diluye en los condicionantes externos y se subordina a una situación concreta, puramente local. Ha de existir un equilibrio entre repetición y diferenciación, al menos en nombre de la operatividad de un estudio. La operatividad no consiste únicamente en la capacidad de adaptación, de modelarse a condiciones cambiantes, sino también en el control de ciertos procesos. Y este control aumenta con la repetición. Técnicas, protocolos, apretones de mano… Todo esto mejora con el ejercicio profesional, ya que ciertas prácticas tienen más éxito que otras. Intentamos identificar las repeticiones que se producen en nuestra obra, y es por este motivo que adoptamos el formato de una clasificación. Es en estas repeticiones donde intentamos identificar la consistencia de la producción, construir una especie de huella, un ADN del estudio. Queremos ver el resultado de estos años no únicamente como una serie de experimentos, definidos por condicionantes concretos, sino como un repertorio consecuente de especies arquitectónicas que pueden proliferar, mutar y evolucionar en los próximos años.